Hoy he decidido realizar una entrada rápida, después de mucho tiempo, para hacer reflexionar a profesionales y personas dedicadas a la ayuda a los demás, sobre lo importante que es ser sincero. Existe la moda en esta sociedad de decir muchas cosas para quedar bien, fuera de que realmente sean verdad o mentira. Es, por ejemplo, la frase dicha por algunos profesionales: "Para cualquier cosa que necesites, me puedes contactar". Esto sin duda genera sensación de disponibilidad para los pacientes, puede hacerles sentir más seguros. Pero si después ellos te escriben y les ignoras porque el tiempo que te lleva leerles y contestarles no está siendo "pagado", más te valdría no haberles dicho nada. Porque un paciente cuando acude a ti lo suele hacer en una situación de vulnerabilidad enorme. Si le generas expectativas y falsas esperanzas que luego no eres capaz de cumplir, no sólo estás rompiendo la confianza que tenía en ti. Sino que tal vez estés echando leña a su desconfianza respecto al mundo y a la vida en general. Le estás confirmando todos sus temores y estás colaborando en que, en un futuro, tal vez no sienta que marque ninguna diferencia el pedir ayuda y las intervenciones con otros profesionales se imposibiliten o se hagan muy difíciles.
Fuera de un ambiente terapéutico te puedes permitir el lujo de lanzar algunas frases vacías para quedar bien socialmente. Pero dentro de este espacio, la cosa cambia. No puedes decir nada que realmente no pienses o creas, porque tu lenguaje no verbal desmentirá lo que digan tus palabras y la vulnerabilidad nos hace más suspicaces a estos detalles. Por eso es tan importante que cualquier profesión que tenga que ver con la ayuda sea elegida vocacionalmente. Porque se trata de que cuando trates de apoyar a alguien, lo hagas porque realmente te nace hacerlo. No por dinero, no por estatus, no por ninguna de otras mil razones que llevan a alguien a trabajar. Tu interés ha de estar aliado con el de la otra persona para acompañarla hacia la mejoría.
Si no sabes algo, no te lo inventes. No hace falta que des imagen de que tengas todas las respuestas. Ningún habitante presente en este mundo las tiene, si no, probablemente no estaríamos aquí. No prometas disponibilidad si no la tienes o no puedes. No hay nada de malo en que no puedas estar entre-sesiones. Tú también tienes una vida con todas sus dificultades.
Algunos piensan que para ser psicólogo hay que ser prácticamente perfecto. No es así. No hay nada tan mágico como ser ayudado por una persona que pasó por situaciones similares a las tuyas, porque es capaz de empatizar mejor con lo que te ocurre. No tienes que dar ninguna imagen de nada. Basta con que seas tú y que actúes bajo la motivación de ayuda que te llevó a elegir tu profesión. Y si sientes que has perdido esa sintonización con tus pacientes, no te sientas mal por distanciarte el tiempo que necesites de esto y pedir ayuda si lo precisas.
Tenemos que volver a humanizar la psicología, a bajarnos de los pedestales donde parte de la sociedad nos sitúa. Todos estamos al mismo nivel y las respuestas a las cuestiones de la vida, de haberlas, las encontraremos entre todos.