Muchas veces se ha dicho aquello de "Esta sociedad está enferma y nos enferma a todos". Y realmente razón no le falta a esta afirmación. Hay muchas ideas que imperan en nuestra sociedad y que se venden como buenas pero que en realidad vienen a ser perjudiciales para nuestra salud.
Una de ellas es aquella de que quien llora o expresa cualquier emoción de las estimadas como negativas, está loco. Así como si el tener emociones sólo le pasara a gente desquiciada que necesita someterse a un tratamiento psiquiátrico de urgencia.
Parece que se nos quiere vender la idea de que debemos ser felices y estar de buen humor todo el día. Y como concepto está bien, pero a modo práctico, ¿es esto posible?
Ciertamente a nadie le da la energía para estar siempre, las 24 horas del día, riéndose. Y, de hecho, personas que logran mantener un estado de ánimo tan elevado durante días, acaban yéndose al polo opuesto y a tener bajones directamente proporcionales a lo "subidos" que se sintieron antes.
La vida tiene sus problemas y retos y todo esto también nos afecta de alguna u otra forma. Así pues, estar todo el día con la sonrisa puesta en la cara no es posible y, de hecho, es bastante insano.
Seguro que muchos habréis vivido en alguna ocasión la situación de tener que reprimir el llanto. Sentir que un nudo os agarrota la garganta y os desgarráis por dentro al no poder dejarlo aflorar afuera... ¿No se siente uno peor en verdad aguantándose la pena? Realmente, si nos permitiésemos llorar, nos acabaríamos sintiendo mejor, como mínimo más liberados.
Y así pasa con más emociones. Pongamos la ira. Hay quienes tienen los llamados "ataques de ira". Y lo curioso es que muchos tienen esos ataques precisamente porque durante un tiempo no han sabido sacar la rabia afuera o no han querido hacerlo, y se les ha ido acumulando por dentro, hasta que al final no podían guardar más. La rabia se les ha acabado desbordando, perdiendo totalmente el control sobre ella.
Pero esto no hubiera pasado si desde el primer momento en que se hubiesen sentido enfadados, lo hubiesen expresado. Pero claro, también se nos vende la idea de que expresar la rabia es algo malo, porque es otro de los sentimientos llamados "negativos".
Mi objetivo de hoy es desmitificar esta idea. Ni la rabia, ni la tristeza, ni la ansiedad son emociones negativas. Realmente son mensajeros de cambio. Nos indican todo aquello que nos hace sentir mal, y nos invita a movilizarnos para cambiarlo. Poner oído a estas emociones es fundamental, porque el no hacerlo acaba produciendo enfermedades.
Por ejemplo, la ira retenida durante mucho tiempo se ha demostrado que predispone a enfermedades cardiovasculares. Y el reprimir emociones, en general, algo típico de la llamada personalidad tipo C, favorece el desarrollo de cáncer.
Parece que cuando no escuchamos nuestras emociones, nuestro cuerpo elige la vía física para expresarlas. Así que no esperes a que llegue a tanto. Si te sientes triste, permítete llorar. Si estás enfadado, ve a un monte o a un lugar donde puedas expresarte en libertad y grita. Si alguien te ha hecho algo que te ha molestado, no esperes a que llegue el día en que lo adivine. ¡Díselo! Mientras se lo digas sin insultarle, no va a pasar nada malo.
Aquí entran en juego las llamadas técnicas de asertividad, de las que probablemente hablaré más adelante en el blog, pero que básicamente consisten en decir las cosas, no callarte nada, pero siempre desde el respeto a los demás (sin ofenderles).
Un modelo de frase que podemos utilizar es el de "Yo he sentido...", "Yo siento..." Se trata siempre de hablar en primera persona, desde nosotros, y haciendo ver nuestra subjetividad. Nadie nos puede culpar por sentir algo. Y casi que diciendo las cosas así invitamos al otro a que empatice con nosotros. Con este modelo de frase evitamos el "Es que tú me has hecho X", que es vivido más por el interlocutor como un ataque, desencadenando pues el contraataque y actitudes defensivas que nos sitúan muy lejos de la empatía, la comprensión y, por tanto, la resolución de problemas.
Expresar lo que uno siente sin dañar a nadie puede ser difícil en un principio. Pero lo que debemos evitar a toda costa es lo de: "Voy a callarme todo lo que siento, así no habrá problemas, los demás se sentirán bien y yo daré buena imagen delante de ellos". No, jamás. No te bloquees emocionalmente hablando. Escucha lo que sientes.
Un tema en relación a éste que también es interesante es el de los psicofármacos. Como nos venden la idea de que tenemos que estar bien en todo momento, muchos acaban yendo al psiquiatra a que les receten fármacos que les tapen lo que sienten y así poder llevar una vida normal, sin que las emocionen la fastidien. Es curioso, porque tomando psicofármacos no resuelven nada, sólo sepultan durante un tiempo sus sentimientos. Pero ellos siguen estando ahí, y tarde o temprano al sentirse desoídos se amplifican y se hacen más fuertes.
No sólo la gente tapa sus emociones con fármacos. Hay veces que los tapan con adicciones, con apegos a las cosas o a las personas. En realidad es fácil saber cuando algo de lo que hacemos no nos sirve para lidiar con la emoción que sentimos. Porque cuando dejas de hacer esa actividad con la que te estabas sintiendo mejor por un rato, otra vez te asalta el mismo sentimiento.
No nos engañemos, de nuestras emociones no podemos huir. Tarde o temprano nos toca hacerles frente. Y mejor temprano que tarde, porque las emociones cuando nacen suelen ser más manejables. Cuando por no haber sido escuchadas se han ido desarrollando y amplificando, luego cuesta más enfrentarlas. Pero aun así, estás a tiempo y es posible hacerlo.
Si durante mucho tiempo has estado bloqueando tus emociones es posible que ya no sepas ni lo que sientes. Una forma de desbloquearte es escuchar música. Normalmente nuestro cuerpo resuena ante canciones que expresan lo mismo que sentimos nosotros. Mientras que aquellas que no tienen nada que ver con nosotros nos dejan más o menos igual después de escucharlas. Busca música que te libere oír. Y, por qué no, puedes ayudarte también de música para mostrar lo que sientes a otras personas. La música es un lenguaje más.
Sal a la calle y mira a tu alrededor. ¿Cómo sientes tu entorno? Realmente no somos objetivos. Nuestra visión del mundo está completamente condicionada por lo que sentimos. Así pues, si todo te parece, por ejemplo, apagado y sin color, tal vez te sientas triste (y por eso lo ves así).
Y ante todo, hazte una promesa a ti mismo: "Cualquier emoción que sienta, por pequeña que sea, no la voy a bloquear". Explóralas, como quien explora un nuevo territorio.
Últimamente parece que se ha puesto de moda el tema de la meditación. La meditación no es más que esto, aprender a observar los propios procesos mentales. En ningún momento se trata de pararlos, porque los que meditan saben que si tratan de pararlos voluntariamente, se les revuelven en su contra, y todavía cogen más fuerza. Saben que si les prestan atención, acaban por silenciarse por ellos mismos.
El que sintamos nos hace estar vivos. Como ya hemos hablado, nos ayuda a reaccionar ante situaciones que nos perjudican, impulsándonos a aquellas que nos harán sentir mejor.
Hay quien dirá que hay determinados sentimientos con los que sí hay que pelear un poco. Por ejemplo, puede que algo nos dé miedo, pero ahí lo peor que podemos hacer es decidir limitar nuestra vida por él. Hemos de enfrentarnos al miedo. Pero esto en sí realmente también nos lo dice la propia emoción si la escuchamos bien. Cuando dejamos de hacer algo que nos gustaría hacer por miedo, nuestras emociones también protestan, como diciendo: "Ese camino que has tomado tampoco me gusta".
Pasa lo mismo con la tristeza. Puede pedirnos meternos en cama y no salir en meses, pero, ¿nos hace sentir eso mejor? Realmente con el tiempo no. Así pues, las emociones son una perfecta guía de actuación, una herramienta fundamental para tomar decisiones.
También, por qué no, tienen utilidad creativa. Se puede notar cuando una canción que hemos hecho nos ha salido verdaderamente de dentro, cuando un fragmento que hemos escrito ha salido de nuestro corazón. Así pues, sentir despierta nuestra creatividad, es otra de las ventajas que tiene, al hacer que nos conectemos mejor con nosotros mismos.
A tu alrededor seguirá gente engañada que te siga diciendo aquello de "Deja de llorar". O que aunque no lo diga, parezcan sentirse incómodos o a disgusto si lo haces. Realmente es tal el nivel de desconexión emocional que tenemos en esta sociedad, que cuando alguien expresa una emoción a veces no tenemos tampoco idea de cómo reaccionar, y eso es lo que hace que nos sintamos incómodos y que intentemos detenerlo a toda costa. Pero todo lo que debemos hacer cuando alguien expresa lo que siente no es más que escuchar, abrir nuestro corazón, no tener miedo a emocionarnos. En la medida en que perdamos el miedo ante nuestros propios sentimientos, lo perderemos también hacia los de los demás.
Me encanta!! Gracias Paloma, imposible explicarlo mejor. Un besazo!
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