Soy una persona con muchas inquietudes y ganas de aprender cosas diferentes. Esto me llevó ahora a interesarme por el campo de la programación. Pero claro, la programación es algo difícil, complejo y que requiere muchos años para saber de verdad construir un proyecto interesante. Entonces pasa que a veces cojo el estudio de la programación con ganas, pero otras, cuando veo que no me salen los ejercicios, me frustro y lo quiero dejar. Y ayer me di cuenta de lo que sucede realmente. Y es que cuando estamos aprendiendo algo nuevo, esa disciplina novedosa para nosotros ya de por sí supone un estrés, porque de primeras no tenemos recursos para afrontar el reto (los tenemos que aprender). Si encima cargamos todo ese proceso con presión por conseguir resultados, pensamientos relativos a que si no mejoramos no podremos trabajar bien de ello o nos machacamos a nosotros mismos si no lo dominamos todo a la primera, ese estrés puede ser demasiado intenso y precipitar el abandono. Entonces pensé en amigos programadores que tengo. Muchos de ellos comenzaron con la programación cuando eran niños, simplemente tomándosela como un juego o pasatiempo, sin ninguna presión. Y decidí por unas horas jugar ese papel yo también. E increíblemente avancé mucho más que ningún día y sintiéndome feliz y hasta realizada en el proceso y con ganas de seguir los días siguientes.
En esta sociedad en que todo va tan deprisa, parece que si algo no afloja resultados rápidamente es que no funciona. Pero la realidad es que las metas más importantes en la vida conllevan su tiempo. El ejemplo claro está cuando plantas algo. Tú lo plantas y lo riegas, y al principio no se ve nada. Tú pones fe en que tu cuidado al final servirá para que brote una planta, pero realmente las únicas señales de que vas por buen camino están en la confianza que tú tienes de que será así. En la cultura oriental una vez leí que allí no se plantean nunca los proyectos como algo a conseguir ya. Abren un negocio y saben que al principio no obtendrán ganancias, pero son constantes, porque tienen fe en que después de una serie de años (creo que en el ejemplo concreto leí 20 años), ese negocio dará frutos.
En la vida no tenemos control sobre todo y la variable de la suerte existe, aunque desde algunos ámbitos se quiera vender que no para empoderar a la gente. Pero es cierto que tal como pasa cuando sales al navegar y según el día hay una marea u otra que te facilita o no llegar a donde quieras, también hay épocas en las que el camino en la vida parece facilitado y otras en las que pareces ir a contracorriente.
Pero hay algo de lo que sí tienes control. Cada día puedes avanzar unos pasos, andar unos metros más hacia la meta. A lo mejor un día estás muy animado y te aproximas más, otros avanzas un pequeño pasito. Pero la cuestión es nunca dejar de avanzar, nunca detenerte. Mientras así lo hagas no puedes verte como fracasado, aunque no consigas resultados visibles, porque no eres una persona que se queja mientras sigue con los brazos cruzados. Eres una persona que cada día da un paso más a la realización de lo que desea. Eres una persona que está cultivando una planta. Quizá la planta no emergió de la tierra pero sí está echando raíces y afianzándose al suelo aunque no lo veas. E igual que los hábitos nocivos mantenidos en el tiempo tienen repercusiones negativas físicas, igual la vida alguna vez te traerá consecuencias claras de todo el esfuerzo que has invertido.
Cada día que avanzas ya no eres el mismo de ayer. Ya has crecido un poco más. A veces uno mismo no se da cuenta. Está tan acostumbrado a verse... Es como los padres que ven a su niño crecer todos los días y apenas notan si está un centímetro más alto. A lo mejor un día van a visitar a sus tíos o abuelos que ven a su niño menos frecuentemente y ellos sí que perciben el enorme cambio que ha dado. Y da igual que escojas caminos y los dejes a mitad. Porque aunque al entrar a un camino descubras que no es el tuyo y lo abandones, al entrar al nuevo que elijas ya lo mirarás desde una perspectiva diferente, con unos recursos con los que tal vez nadie entró antes. De hecho, dudo que ni tan siquiera el nuevo camino sea igual que el que nadie antes haya recorrido, porque lo que te ha llevado a él es un proceso diferente.
Así pues no te dejes presionar por la cultura del "todo ya". Lo que merece la pena siempre suele llevar un tiempo para que se materialicen los resultados. Da unos pasos y prémiate, siéntete orgulloso de ti, porque nada tiene más mérito que el ser capaz de mantenerte constante cuando no estás viendo resultados. Un fracasado no sería capaz de hacer eso, así pues que nadie te haga dudar de ti mismo. Cuando la marea ya juegue a tu favor, cuando la planta brote al fin, vas a alegrarte de cada día en que fuiste capaz de dar un paso y sin duda te habrás hecho una persona mucho más fuerte, una persona totalmente digna y merecedora de ese sueño que tuvo, ahora hecho realidad.
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