sábado, 20 de junio de 2020

"Qué más da", el gran enemigo


La diferencia entre aceptación y resignación, por Daniel Colombo


Hoy voy a hablar de un silencioso enemigo que forma parte de la vida de muchas personas. No voy a mencionar el diagnóstico con el que suele estar asociado, aunque probablemente sin ser psicólogos lo sabréis ya, pero no quiero decir etiquetas diagnósticas porque muchas personas se aferran muy firmemente a ellas para no cambiar. 

El "qué más da" es un problema que, si bien a veces nace ante un acto pequeño, si cedes a él va apoderándose poco a poco de más aspectos de tu vida. Quizá hoy no vas a darle la vuelta al mes en el calendario porque qué más da, si el día ya te lo sabes. ¿Para qué vas a limpiar la habitación? Sí, qué más da, en seguida vuelve el polvo de nuevo. ¿Para qué vas a salir a la calle? Sí, qué más da. Estás bien en casa. Normalmente el "qué más da" evita un esfuerzo y también posibles decepciones. Por eso muchas personas acaban cediendo a él con tanta facilidad. 

El "qué más da" aunque parezca que no, socialmente en según qué casos no está tan mal visto. Te convierte en una persona fácil de dominar, porque aceptas con fácil resignación cualquier cosa. Y hay personas a las que sin duda les interesa que tu "qué más da" exista, porque así no les das problemas. Así acatas lo que ellos quieren, o simplemente molestas menos con tus deseos. El "qué más da" a veces viene con premio. Sin duda te evitas decepciones, molestias, consecuencias negativas... Y quedas en tu contexto seguro, en tu lugar de siempre. 

El "qué más da" al  principio se dice con la boca pequeña. Dices "qué mas da" pero en el fondo sí que te importa un poco renunciar a lo que quieres. Pero con el tiempo cada vez se te hace más difícil oír cualquier queja interna. De hecho, al final ni sabes qué estás perdiendo al agarrarte al "qué más da". Así pues acabas sintiéndote perdido, creyendo que en realidad eres una persona sin deseos propios. Así, cada día tu sacrificio lo sientes como menos "sacrificado".

Realmente algunas cosas a las que renunciamos pueden parecer pequeñas. Quizá no hay tanta diferencia entre que un día le des la vuelta a la página del calendario al acabar el mes o no. Pero sí la hay en el fondo. En realidad la filosofía de tu vida puede haber cambiado a esta indiferencia hacia todo. Al final, hacia ti mismo, te transmites la idea de que no mereces tener una habitación más limpia, o tener el calendario justo en el día actualizado. Al final este pequeño detalle, el "qué más da", va machacando tu autoestima de una forma bastante sutil, pero no por ello menos dañina. 

Así pues, la lucha contra el "qué más da", es algo casi obligado porque sí, igual no importa tanto cada detalle que hagamos, pero si nos quedamos parados diciendo que no a todo, ¿qué clase de vida vegetativa estamos llevando? Además de eso, ¿realmente sabemos cuándo la vida nos va a aguardar alguna sorpresa positiva, alguna ocasión especial? Los momentos buenos no vienen anunciados por trompetas y tambores. Suceden sin más de repente. Si nos negamos a vivir cualquier cosa porque "qué más da", sin duda no daremos espacio para que ocurra nada diferente ni mejor. 

Así que la próxima vez que tu mente te diga ante algo que te propongas, "qué más da", aunque sea en la acción más pequeña y, pareciera, más irrelevante, no le hagas el menor caso. Lucha contra esa idea. Porque es un pensamiento muy insidioso, y si le das cabida por una vez, puede ir poco a poco colonizándote hasta que ya no le encuentres sentido alguno a hacer nada. Además, en la medida en que rompas con pequeños "qué más da", puede que poco a poco vayas sintiendo de nuevo lo que tenía de bueno hacer todo eso, aunque fuese pequeño. Por ejemplo, quizá limpiar una habitación pueda parecer algo inútil porque al día siguiente coge polvo de nuevo. Pero ese mismo día que lo haces, se respira muchísimo mejor en ella y resulta más agradable. Y a veces un ambiente agradable hace que te sientas más motivado, o incluso inspirado.

Ser feliz no es algo que se consiga con un acto muy complejo y rebuscado. En muchas ocasiones se obtiene de las pequeñas cosas. A veces nos lo ponemos extremadamente difícil con todos los "qué más da". Yo sin duda no sé dónde está la felicidad. Pero lo que sí sé es que es difícil encontrarla si no te escuchas a ti mismo y a tus emociones. Y detrás de ese "qué más da" pronunciado casi tan fácilmente, puede haber muchos miedos, decepciones, inseguridades, baja autoestima (no permitiéndote vivir nada mejor de lo que ya vives, porque total sólo eres tú) o incluso culpa, queriendo castigarte de algo que crees que hiciste mal. Piensa en dónde comenzaron tus "qué más da", pero sobre todo no le pases ni una a tu mente cuando te asalte con este pensamiento. Y ya me cuentas qué tal te sientes luego. 


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