Una pregunta que se suele plantear en las consultas de psicología, sobre todo en infantil y juvenil, es si es mejor no transmitir a los jóvenes las malas noticias. Se intenta, en este caso, proteger al familiar de una información que intuimos que le puede hacer daño. Y, entonces, lo que hacemos es evitar hablar del tema, desviar la conversación o directamente mentirle. Pero realmente, ¿sirve de algo la mentira?
Por lo que he visto hasta ahora, saber la verdad no es perjudicial, por muy negativa que ésta parezca. Nos ayuda a prepararnos y a afrontar mejor la realidad. Si yo no sé a lo que me enfrento porque otras personas me disfrazan la situación, no podré movilizar los recursos necesarios para salir bien parada de ésta.
Otro aspecto importante es que la verdad viene a percibirse como el "puzzle completo". Cuando nos encontramos ante ella sentimos que ya todo nos encaja. Lo que no entendemos es más fácil que nos produzca ansiedad y preocupación, y nos dé vueltas como un asunto pendiente a resolver. Y realmente se puede detectar cuando alguien nos está engañando por esto mismo, porque hay piezas que no nos encajan, que parecen pertenecer a puzzles completamente diferentes.
Esto puede llegar a resultar en una pérdida de confianza hacia las personas que sentimos que nos engañan. Tal vez expresaríamos lo que sentimos, pero al ver que es tan distinta la versión que nos dan a la que percibimos, no nos atrevemos a hablar. Ésta es otra repercusión de la mentira, contribuye finalmente al aislamiento.
Un tema relacionado con la ocultación o alteración de la verdad muy estudiado en Psicología de la Salud es la llamada Conspiración del Silencio. Ésta ocurre cuando existe un acuerdo entre los familiares del paciente, manifiesto o encubierto, de alterar la información que se le da al paciente, con el fin de ocultar el diagnóstico, el pronóstico o la gravedad de la situación. Tiene lugar sobre todo en el contexto sanitario.
Un ejemplo de esto puede ser cuando una familia decide ocultar al paciente que se va a morir. La familia lo hace porque quiere proteger a su ser querido. "¡Bastante tiene con estar enfermo! Si se lo digo se sentirá tan mal que se pondrá peor". Lo curioso de todo esto es que a los familiares se les olvida algo. Y es que el paciente vive dentro de su propio cuerpo, y puede saber mejor que nadie cuando un tratamiento no le está funcionando.
Además, a la hora de engañar al paciente, no todo el mundo es un perfecto actor. El paciente puede ver como sus familiares, a los que conoce de años, por lo que sea, se comportan de repente diferentes a cómo lo hacían antes. Y en el hospital, en el que pasa horas y horas de aburrimiento, fácil va a ser que observe y se dé cuenta de estas cosas. Y una vez que perciba estos cambios, la imaginación hará su trabajo, y tal vez aquello que se imagine que sucede sea mucho que peor que lo que realmente está sucediendo y le han ocultado. Por lo que tratando de evitarle sufrimiento, le podemos causar aun más.
Por otra parte, si la enfermedad se transforma en un tema tabú y el paciente ve que otros intentan evitar hablar de ella, él mismo no se sentirá con la libertad de desahogarse y se sentirá solo ante la enfermedad. Y es fácil que ésta se convierta en tabú cuando se produce la conspiración del silencio, porque a nadie le suele gustar mentir, y por eso se sentirán más cómodos evitando el tema directamente. Y esto no sólo puede tener repercusión en el paciente, sino también en los mismos familiares, que están bloqueando unas emociones que en realidad necesitan ser liberadas y ventiladas, dada la dura situación que están viviendo.
Por último, desde el punto de vista ético y tal como hablábamos al principio, a nuestro ser querido le estaríamos impidiendo hacer una preparación ante la situación. Si le queda un tiempo reducido de vida, puede querer atar cabos, resolver asuntos pendientes (ya sean legales, sociales o emocionales), elaborar el duelo etc. Todo esto sería beneficioso para él. Con lo que, ¿tenemos derecho a impedirle realizar estos procesos?
No ocultemos pues nunca la verdad. Aunque nuestra intención sea evitar causar dolor, en realidad se puede decir que lo que más enferma psicológicamente es la mentira, es de ella de la que debemos proteger a los demás. En el caso de la comunicación de noticias a niños y adolescentes, no nos preocupe tanto la edad. Muchas veces los niños son capaces de comprender antes las cosas que los mismos adultos. Y además, si tú como adulto no les has engañado nunca es más probable que confíen en ti.
Si vemos que tenemos dificultades para transmitir información a nuestro familiar, siempre podemos solicitar ayuda profesional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario